Música para la Construcción Masiva

En los últimos años he dado por hecho que sabía para qué hacía lo que hacía.

La música, en sí, parecería un «para qué» lo suficientemente atractivo como para que tenga siempre sentido el esfuerzo. Sin embargo, la intensidad del último curso me ha impulsado a profundizar en esta pregunta: ¿Qué sentido tiene llevar la música, tal cómo lo hacemos, a las personas, a los equipos, a las organizaciones? ¿Para qué tanto esfuerzo, tanto tiempo, tanto desgaste, tanta intensidad? ¿Cómo hacer explícito ese «para qué» que compensa ese esfuerzo, une al equipo, y hace más partícipe de nuestro propósito a las personas y equipos que cuentan con nosotros?

 En realidad, ese para qué, lo es todo.

En este artículo pretendo expresar lo mejor posible mi «para qué», es decir lo que me mueve a confiar en el poder de transformación incomparable de la música junto al equipo de MusicalThinkers, y en la importancia de llevarlo y desplegarlo, desde lo que hacemos con la música en nuestro día a día, hacia una sociedad que pide nuevas formas de pensar y hacer, en un contexto cada vez más crítico.

En efecto, en esta sociedad que se debate entre el individualismo y la respuesta a desafíos colectivos cada vez más exigentes y urgentes, es necesaria, más que nunca, la toma de consciencia del poder co-creador de las personas en verdadera conexión.

Mi experiencia a lo largo de estos años me ha hecho comprobar cómo la música se puede convertir en un camino privilegiado para alcanzar esa toma de consciencia, y contribuir decisivamente a ese cambio cultural y de mentalidad necesario para abordar con más probabilidades de éxito el futuro.

¿Por qué la música?

  1. Nos ayuda a comprender que cada persona es única y tiene un valor simplemente “porque es”. Nos humaniza. Sin darnos cuenta, la música que escuchamos o que tocamos, que nos emociona en nuestra vida, que nos ha marcado en tantos momentos, también nos da a entender ese intangible que nos hace únicos e inmensamente valiosos y que va más allá de cualquier discurso racional. Esto nos hace recordar, es decir, simplemente pasar por el corazón, que cada persona vale, por encima de todo «porque es». Esa es la primera clave para cualquier cambio. De otra manera, sencillamente es imposible. La persona es el centro de cualquier cambio fructífero, pero nos siempre somos conscientes de su valor…
  2. La música también ayuda a comprender la identidad única de cada equipo, organización o comunidad de personas, expresando aquello que nos identifica y moviliza más allá de las palabras, captando esa esencia también desde la esfera emocional.  Esto es algo que hemos podido palpar claramente este año con la co-creación de música junto a los equipos. Ver a un equipo vibrar en el proceso creativo de su propia canción o a una organización con su sinfonía es algo muy impresionante, y hace tomar consciencia de la potencia que tenemos cuando estamos verdaderamente conectados, creativos y unidos.
  3. Los últimos estudios neurocientíficos nos muestran con cada vez mayor certeza y precisión el estímulo extraordinario que la actividad musical genera en las personas, despertando nuevas conexiones neuronales transversales y desencadenando procesos hormonales naturales, que provocan un impacto incomparable en la conexión intra-personal e inter-personal. Esto es algo que comprobamos claramente en cada actividad musical. Es lo que llamamos «el milagro de la música», que es capaz de transformar de manera mágica nuestro ánimo y el ánimo de un equipo. Ser testigo y parte de eso, es algo verdaderamente emocionante y revelador. La música transforma nuestra mirada hacia nosotros mismos y hacia los demás, y nos devuelve la ilusión de ser parte de algo más grande.
  4. La música nos revela de una manera muy inmediata y práctica la importancia de la calidad de nuestra escucha y capacidad de atención. Cuando una persona que «no sabe» música se encuentra de repente tocando en ritmo y armonía con otras personas, es porque está inmersa en un mundo de escucha, en un estado de presencia y foco, esa misma escucha y presencia que debería preceder a cualquier acción en cualquier actividad. Esa toma de consciencia es clave para cualquier colaboración verdaderamente constructiva. Si no nos sabemos escuchar, jamás podremos construir bien juntos en ningún proyecto. Por el contrario, la escucha de calidad ensancha los horizontes de cualquier equipo para encontrar juntos soluciones, caminos y actitudes estimulantes ante la incertidumbre, aportando verdadero valor.

 En resumen, la música pone en conexión a cada persona y a cada equipo con su grandeza, con su potencial creativo, con su capacidad de construir juntos aportando verdadero valor.

Todo esto la convierte en una incomparable «arma de construcción masiva» en potencia.

Ahora bien, ¿con qué podemos soñar cuando pensamos en todo ese potencial? ¿Qué es lo que podemos conseguir a través de la música en lo que llamamos «vida real»? ¿A qué podemos aspirar con el arte del sonido como ese arma de construcción masiva aplicada al momento en que vivimos?

Desde la experiencia que hemos tenido estos años, me basta con pensar simplemente, que nuestra propuesta con la música es una oportunidad para mostrar que las personas sencillamente podemos aprender, inspirados por el arte del sonido, a relacionarnos de otra manera:

  • que podemos aprender a construir desde lo que nos une y no a tratar de imponernos desde nuestras disonancias,
  • que podemos impulsar un liderazgo basado en valorar y creer en las personas y su talento, y en una visión, valores y propósito compartidos,
  • que podemos creer de verdad en el despliegue de todo nuestro potencial en equipo,
  • que podemos aprender a comprender mejor nuestras emociones y las de los demás, lo que nos mueve de verdad,
  • que podemos alcanzar juntos niveles de creatividad e innovación que ni siquiera somos capaces de imaginar,
  • que la técnica está al servicio de las personas y la búsqueda de un propósito compartido y no al revés,
  • que podemos mirar al futuro con la esperanza de alcanzar soluciones a los desafíos que más nos preocupan,
  • que podemos liberarnos y aliviar el sufrimiento innecesario que nos producen los roces y conflictos con los demás.
  • que podemos recordar quienes somos y lo que valemos cómo personas, cómo equipos y como organizaciones.

Por último, es maravilloso ser testigo, en primera línea, de cómo la música adquiere otra dimensión y se convierte en una fuente de aportación de valor, de creatividad y de satisfacción para tantos músicos y artistas, que a través de este proyecto, pueden inspirar y contribuir al bienestar de tantas personas, equipos y organizaciones.

He tratado de expresar lo mejor posible mi «para qué», y aún siento que es incompleto. Deformación profesional: ¿Cómo expresar todo lo relativo a un arte que toca justo lo inexpresable? Aún así, y todo, merece la pena intentarlo…

¿Vamos?

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musicalthinkers

Sep 6, 2022

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